Las prácticas agrícolas tradicionales y los efectos del cambio climático a nivel mundial son algunos de los factores que pueden dar lugar a procesos de degradación graves, que limitan o inhiben totalmente la funcionalidad de los suelos agrícolas y que a menudo se hacen evidentes solo cuando son irreversibles o están en un estado tan avanzado que hacen que su restauración sea extremadamente costosa. Según la FAO, el 33 % de los suelos están ahora degradados y afectados por problemas de salinización, compactación, acidificación y agotamiento de nutrientes. El efecto directo en el sistema agrícola es una pérdida progresiva de la producción agrícola. Una gestión más racional y ecosostenible de los suelos, y en particular de la rizosfera, es la base para restablecer los niveles óptimos de producción.
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